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Europa está rodeada de mares y océanos que, a lo largo de la historia, han configurado su clima, su economía y su sociedad. El mar ha proporcionado puestos de trabajo a las poblaciones costeras, y es fuente de alimentos nutritivos en toda Europa. Las rutas comerciales marítimas han traído tanto mercancías, como nuevas ideas e innovación, mientras que las corrientes oceánicas transportan calor desde las regiones tropicales hasta los polos, haciendo que el clima del norte de Europa sea más adecuado para los asentamientos humanos.
De hecho, los océanos cubren en torno al 70 % de la superficie de nuestro planeta, y desempeñan un papel fundamental para preservar la vida en la Tierra. Albergan multitud de especies y hábitats y, cada año, se descubren otros nuevos, cada uno con características únicas. Además de regular el clima mundial y ser un sustento de biodiversidad, los océanos constituyen el mayor sumidero de carbono. Capturan dióxido de carbono de la atmósfera y contribuyen a hacer frente al cambio climático. Por otro lado, ofrecen oportunidades de empleo. Según la Comisión Europea, la economía «azul» representa aproximadamente 5,4 millones de puestos de trabajo y genera un valor añadido bruto de casi 500 000 millones EUR al año.
Por desgracia, los océanos, incluidos los que bordean Europa, están sometidos cada vez a mayor presión a causa de las actividades humanas y el cambio climático. Recientes evaluaciones indican claramente que los ecosistemas marinos están degradándose o cambiando. El aumento de las temperaturas inducido por el cambio climático y la amenaza de la acidificación de los océanos pueden debilitar aún más la resiliencia ecológica de los mares de Europa. Una parte sustancial de las presiones se deriva de las actividades en el mar, como la extracción y la producción de recursos naturales (minerales, pescado, marisco, etc.), el transporte y la producción de energía o la contaminación, incluidos los aparejos de pesca descartados. Por ejemplo, la pesca de arrastre de fondo provoca daños físicos en el lecho marino, deteriorando los hábitats. Por otro lado, las aguas de lastre introducen especies alóctonas que pueden afectar a ecosistemas enteros, sobre todo en mares regionales semicerrados como el Báltico y el mar Negro.
Diversas actividades terrestres (como el uso de fertilizantes agrícolas y productos químicos industriales, así como las aguas residuales) elevan el grado de presión. Por ejemplo, los fertilizantes industriales contienen sustancias como el fósforo y el nitrógeno que, en el medio marino, actúan como nutrientes provocando, entre otros problemas, proliferaciones de algas. Este crecimiento excesivo de las algas puede agotar el oxígeno del agua, provocando la asfixia de otras especies acuáticas. Del mismo modo, los embalajes de plástico y los microplásticos utilizados en productos de cuidado personal llegan a los océanos a través de los sistemas de aguas residuales y los ríos. Los plásticos se fragmentan y muchas especies marinas los confunden con alimento, lo cual puede resultar letal para ellas. Pueden incluso entrar en nuestra cadena alimentaria. La demanda mundial y europea de materias primas y otros recursos incita a los países y a las empresas a buscar nuevas oportunidades más allá de las zonas terrestres y costeras, lo que podría constituir mayor presión para el medio marino.
Reconociendo la importancia ecológica y económica de los mares de Europa, la UE ha puesto en marcha diversas políticas y medidas, relativas a la planificación y la regulación del uso sostenible de dichos mares, que abarcan actividades como la pesca, la producción de energía en alta mar y la protección de la biodiversidad marina. La Directiva marco sobre la estrategia marina, aprobada en 2008, pretende garantizar la coherencia entre las políticas de la UE en la materia, y establece tres objetivos para los mares de Europa: que sean «limpios», «sanos» y «productivos». Estos esfuerzos están en consonancia con la agenda de Crecimiento azul de la UE, una estrategia a largo plazo de apoyo al crecimiento sostenible de los sectores marino y marítimo en su conjunto, acompañada de la Directiva sobre planificación espacial marina. Las políticas de la UE en este ámbito también están alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en concreto el Objetivo 14 y el Objetivo 6.
A partir de los datos disponibles, el informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) «State of Europe’s seas» (Estado de los mares de Europa) concluyó que los mares de Europa pueden considerarse productivos, pero no sanos ni limpios. Pese a ello, se han producido mejoras en algunas áreas. Por ejemplo, los Estados miembros de la UE han designado ya más de un 9 % de sus mares como áreas marinas protegidas. Igualmente, la presión pesquera y los aportes de nutrientes parecen estar disminuyendo. A pesar de estas mejoras, la utilización de nuestros mares sigue sin ser sostenible y supone una amenaza no solo para su productividad, sino también para nuestro bienestar.
Los mares forman parte de nuestro capital natural europeo, y su protección y explotación exigen un enfoque europeo y ecosistémico que ha de ir más allá de medidas sectoriales. Muchas de las presiones a las que están sometidos están vinculadas a pautas insostenibles de consumo y producción, o a demandas o actividades terrestres. En este sentido, la mejora de la gestión municipal de residuos (menos plásticos en la naturaleza), o el uso de medios de transporte más limpios (reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero) pueden ayudar al medio marino tanto como las prácticas pesqueras sostenibles. En los últimos años, las políticas de la UE tales como el paquete de medidas sobre la economía circular, el paquete sobre clima y energía, y la estrategia de bajas emisiones de carbono, han ido adoptando enfoques más globales para afrontar retos socioeconómicos, climáticos y ambientales cada vez mayores.
En el ámbito del medio marino, un enfoque global supone adoptar una gestión ecosistémica y reunir a diferentes foros de gobernanza de la UE, como los establecidos en el marco de la política pesquera común, la Directiva sobre planificación espacial marina y la Directiva marco sobre la estrategia marina.
Al igual que en muchos otros retos globales, como el de la contaminación atmosférica o el cambio climático, garantizar la salud de los mares de Europa también exige un enfoque global. Con el fin de facilitar la cooperación mundial y afrontar los problemas relacionados con la gobernanza internacional de los océanos, en octubre la Unión Europea acogerá en Malta la edición de 2017 de la conferencia «Our Ocean». En este evento, la AEMA y la Comisión Europea presentarán WISE-Marine, una plataforma para compartir información relativa al medio marino a escala europea con objeto de apoyar la gobernanza de los océanos y la gestión ecosistémica.
Hans Bruyninckx
Director Ejecutivo de la AEMA
Editorial publicado en el Boletín de la AEMA número 2017/03, de septiembre de 2017
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