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Proteger la naturaleza en un clima cambiante: nuestra actuación debe centrarse en la resiliencia

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Article Publicado 09/08/2022 Última modificación 29/08/2023
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El cambio climático afecta a los ecosistemas y a la biodiversidad, desde los cambios en los hábitats y las comunidades de especies hasta la disponibilidad de agua y las estaciones de floración. Preguntamos a la Dra. Beate Jessel, presidenta de la Agencia Federal Alemana para la Conservación de la Naturaleza (Bundesamt für Naturschutz), sobre los vínculos entre la biodiversidad y el cambio climático y sobre lo que podría hacerse para aumentar la resiliencia de la naturaleza en un clima cambiante.

¿Cómo afectará el cambio climático a la naturaleza?

El cambio climático está introduciendo importantes cambios en las condiciones de vida de muchas especies debido al aumento de las temperaturas, a los cambios en la distribución de las precipitaciones y a la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos como lluvias intensas, tormentas, olas de calor y sequías. Esto provoca un desplazamiento de las áreas de distribuciónde muchas especies y cambios en su estacionalidad y en la composición de las comunidades de especies. Como consecuencia del menor balance hídrico climático en verano, las especies de los humedales y las masas de agua se encuentran especialmente en peligro. Incluso los árboles de hoja perecedera se vieron gravemente dañados o afectados por las sequías estivales de 2018 y 2019 en Alemania.

En lo que se refiere a algunas especies que antes se encontraban juntas en el mismo hábitat, como la mariposa escaso azul grande (Phengaris teleius) y la especie presa de sus orugas, la pimpinela mayor (Sanguisorba officinalis), sus respectivos hábitats adecuados desde el punto de vista climático se están desplazando a lugares diferentes. Esto conduce a un desacoplamiento espacial y, por tanto, a una disminución de la población de mariposas. Del mismo modo, también se produce un desacoplamiento temporal, por ejemplo cuando los insectos empiezan a volar antes de que las flores de las que se alimentan estén en flor, o en el caso del cuco, cuyas aves hospedadoras empiezan a reproducirse antes de que el cuco regrese de sus cuarteles de invierno. Además, las especies procedentes de regiones más cálidas, incluidas las que tienen potencial invasor, pueden inmigrar y modificar la estructura de las relaciones entre las especies.

¿Puede la naturaleza ofrecernos soluciones para abordar algunos de estos impactos?

La naturaleza tiene un gran potencial para contrarrestar los impactos del cambio climático. Y existen muchas «soluciones basadas en la naturaleza» que no solo apoyan la adaptación al clima, sino que proporcionan varias sinergias. Los proyectos de restauración de las llanuras aluviales, por ejemplo, reducen de forma eficaz los niveles de agua en los ríos en caso de inundaciones extremas y, además, contribuyen a la retención de nutrientes.

A escala mundial, las soluciones basadas en la naturaleza son ya un componente importante para abordar los impactos del cambio climático.

La restauración de las marismas saladas ayuda a proteger las costas en las zonas templadas, mientras que en las regiones costeras tropicales los impactos de las inundaciones pueden reducirse mucho mediante la restauración de los manglares. Del mismo modo, la rehumectación de las turberas puede reducir los efectos de la sequía. Si estas soluciones basadas en la naturaleza se aplican con cuidado, pueden combinar importantes beneficios socioeconómicos con una ganancia neta para la naturaleza y la biodiversidad.

A escala mundial, las soluciones basadas en la naturaleza son ya un componente importante para abordar los impactos del cambio climático. Disponemos de conocimientos, datos y herramientas para su aplicación.

¿Qué se necesita para potenciar la resiliencia de la naturaleza al cambio climático?

Para potenciar la resiliencia de la naturaleza al cambio climático, se necesita una red coherente y bien conectada de espacios protegidos. La red europea Natura 2000 de espacios protegidos es un importante pilar para la conservación de especies y de hábitats.

Estos espacios protegidos deben estar «preparados para el cambio climático», de modo que puedan seguir cumpliendo su función. Esto significa que las presiones existentes, por ejemplo, debidas al uso intensivo de la tierra, como los elevados aportes de nutrientes y plaguicidas y las alteraciones del equilibrio hídrico, deben reducirse tanto dentro como fuera de los espacios protegidos. Sin embargo, la resiliencia de los espacios protegidos también debe reforzarse con medidas preventivas adicionales, como la mejora de la gestión del agua dentro del espacio y en el paisaje.

Con el fin de proporcionar hábitats alternativos con condiciones (micro)climáticas adecuadas para las especies sensibles y permitir que estas especies lleguen a estos hábitats, es necesario ampliar los espacios protegidos para incluir una gama más amplia de altitudes y exposiciones, y mejorar su conectividad. Además, los espacios protegidos deben estar sujetos a una gestión adaptativa para poder ajustar los objetivos de protección a los cambios inducidos por el cambio climático.

Es igualmente importante considerar el uso de la tierra en su conjunto. La silvicultura y la agricultura deben ajustar sus conceptos de gestión para mitigar los efectos adversos del cambio climático. Por ejemplo, hay que revisar los conceptos actuales de gestión silvícola, los instrumentos de control y los enfoques de planificación para que puedan responder mejor a los retos del cambio climático. Hay que hacer más hincapié en mejorar la capacidad de autoorganización de los ecosistemas, por ejemplo, evitando la introducción de especies exóticas invasoras, utilizando especies arbóreas autóctonas o aplicando conceptos de gestión próximos a la naturaleza.

Por último, pero no por ello menos importante, es necesario prestar más atención a la naturaleza urbana, por ejemplo, construyendo redes de infraestructuras verdes y azules para adaptarse a un clima cambiante.

© Máté Ladjánszki, REDISCOVER Nature /EEA

 

Según su experiencia, ¿qué tipo de retos ve?

Aunque, en la actualidad, la protección del clima está ganando importancia política, no debemos olvidar que las cuestiones de mitigación y adaptación al cambio climático y la conservación de la biodiversidad no se deben contraponer.

La transición energética en Alemania es un buen ejemplo de las oportunidades, pero también de los retos, que supone reducir de forma simultánea la demanda de energía, desarrollar fuentes de energía renovables y tener en cuenta los aspectos de conservación de la naturaleza. Hay que aprovechar las sinergias que surgen de las acciones combinadas contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

Por ejemplo, la protección y la gestión sostenible de bosques y praderas ofrece ambas cosas: servicios ecosistémicos como el almacenamiento de carbono y biomasa para la producción de materiales y energía. Si nos centramos únicamente en medidas de mitigación del clima a corto plazo, como la maximización de la producción de biomasa para la sustitución de la energía fósil, podemos poner en peligro la biodiversidad de nuestros bosques y, por tanto, reducir probablemente su capacidad de adaptación al cambio climático.

Las estrategias de conservación de la naturaleza y de gestión sostenible deben tener más en cuenta la dinámica y la imprevisibilidad del cambio climático y las complejas respuestas de los sistemas ecológicos a estos cambios. Esto significa que la conservación de la naturaleza debe alejarse de su enfoque tradicional sobre la preservación y la protección de objetos rígidos y debe permitir cada vez más los procesos dinámicos y promover la resiliencia de los ecosistemas. En el caso de la silvicultura, esto implica alejarse del paradigma de la gestión tradicional y anticipada para pasar a un paradigma gradual y adaptativo más orientado a los procesos.

¿Existen iniciativas que hayan conseguido potenciar la resiliencia de la naturaleza?

Varios proyectos de restauración de llanuras aluviales han tenido mucho éxito en cuanto a reforzar la resiliencia de los ecosistemas frente a las consecuencias del cambio climático, como el proyecto de conservación de la naturaleza a gran escala «Mittlere Elbe» y el proyecto de restauración de llanuras aluviales en el Elba en la zona «Hohe Garbe». Grandes zonas de llanura aluvial se reconectaron al Elba mediante la reubicación de un dique o una hendidura del dique, y hoy vuelven a tener un régimen de inundación casi natural.

Estas medidas no solo han aumentado la superficie de inundación y, por tanto, la superficie de retención del Elba, lo cual conduce a una disminución de la altura del agua durante las inundaciones, sino que estos hábitats también se han vuelto más resilientes frente a las sequías y a los períodos secos.

 

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Dr Beate Jessel
Presidenta de la Agencia Federal Alemana para la Conservación de la Naturaleza

 

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