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El BEI es el brazo financiero de la UE. Fomenta el crecimiento sostenible dentro de la UE, pero también a escala mundial. Estamos firmemente comprometidos con el desarrollo sostenible, un compromiso arraigado en nuestros estatutos y nuestras políticas, como la Hoja de ruta del Banco del Clima y el marco de sostenibilidad medioambiental y social, y también en la forma en que hemos adoptado las finanzas sostenibles como nuestro modelo operativo para todas nuestras actividades.
Los grandes marcos políticos mundiales que pretendemos poner en práctica, dentro de nuestras competencias como banco público, incluyen los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París sobre el cambio climático y lo que esperamos que sea el marco de biodiversidad posterior a 2020.
Me encargo de la unidad de política medioambiental, dentro de la Oficina de Asuntos Medioambientales, Climáticos y Sociales, y dirijo la agenda de biodiversidad del Banco. En la práctica, esto significa asegurarnos de contar con las normas y los requisitos adecuados para realizar nuestro trabajo de forma que se tengan en cuenta los riesgos medioambientales y se incorporen consideraciones medioambientales en todas nuestras políticas.
Todos nuestros proyectos se evalúan desde una perspectiva social, climática y medioambiental y yo, por mi parte, trato de garantizar que nuestras operaciones sean positivas para la naturaleza. Esto significa ampliar la financiación para apoyar la biodiversidad, tratar los factores que provocan la pérdida de biodiversidad y, por supuesto, empezar a abordar los riesgos de la biodiversidad desde una perspectiva financiera.
La respuesta del BEI al Pacto Verde Europeo fue la Hoja de ruta del Banco del Clima, que describe nuestros ambiciosos objetivos en materia de acción por el clima y sostenibilidad medioambiental. En esa hoja de ruta, el Grupo BEI, que incluye el Fondo Europeo de Inversiones, se comprometió a apoyar con 1 billón de euros de inversiones en acción por el clima y sostenibilidad medioambiental entre 2021 y 2030.
No obstante, incluso antes del Pacto Verde Europeo, en 2019 el BEI asumió un compromiso muy significativo de aumentar la parte de su financiación dedicada a la acción por el clima y la sostenibilidad medioambiental hasta al menos el 50 % o más en 2025. Todas las operaciones nuevas del Grupo BEI se han alineado con los objetivos y principios del Acuerdo de París desde principios de 2021.
Por lo que respecta a la sostenibilidad medioambiental, el papel del BEI está muy relacionado con el apoyo a los clientes a la hora de abordar algunos fallos del mercado, incentivos distorsionados y lagunas en la inversión, por ejemplo, mediante el uso de marcos de medición que capten los impactos positivos y negativos de sus proyectos en la naturaleza.
Creo que son las cuestiones relacionadas con la regulación y el tamaño y la estructura del mercado, que a menudo afectan a la viabilidad financiera de las inversiones. Las diferencias entre las normas de los distintos países también dificultan la inversión en desarrollo sostenible.
Otro reto común en el sector público es la falta de recursos para diseñar o ejecutar inversiones. En algunos casos, ésta redunda en una planificación débil, especialmente en inversiones complejas. Otra barrera a la inversión que hemos detectado es que a menudo es difícil contar con proyectos financiables en el sector medioambiental, por ejemplo, en la economía circular o en el capital natural.
Una forma en la que podemos ayudar a superar estos retos es mediante la introducción de un modelo de proyecto en el que muchos inversores compartan el riesgo. El sector público también puede participar mediante la financiación de subvenciones, lo que reduciría aún más el riesgo de estas inversiones.
Como experta en biodiversidad, me entusiasma que la agenda de biodiversidad se haya elevado al mismo nivel que la agenda climática. Ahora se reconoce que, si no abordamos la degradación medioambiental en su conjunto, no cumpliremos nuestros objetivos de sostenibilidad.
Creo que, gracias a este reconocimiento, nos replantearemos y redirigiremos nuestra financiación. Creo que, si bien los proyectos de capital natural puro seguirán siendo un nicho, con los crecientes compromisos y promesas, incluidos los del sector privado y los bancos centrales, vamos a observar mucha más inversión en la lucha tanto contra la pérdida de biodiversidad como contra los factores que la causan. Esto puede acelerar la transición, por ejemplo en el sector industrial y el manufacturero, que tengan en cuenta la naturaleza como un factor esencial.
Al mismo tiempo, creo que la comunidad dedicada a la biodiversidad también reconoce que no podemos hacerlo solos, sino que debemos aprovechar las numerosas oportunidades y sinergias que ofrece la agenda climática. Asegurarse de que se establezcan tales vínculos puede dar lugar a una financiación climática más positiva para la naturaleza.
© Anna Sander, Well with Nature /EEA
No puedes ejercer un impacto si no lo mides correctamente, y ponderarlo también nos dirá si vamos por la trayectoria correcta y si hemos de hacer cambios en el tipo de operaciones que estamos financiando.
Necesitamos al menos dos conjuntos de indicadores: unos que nos comunican los países y otros a nivel de proyecto. Tenemos que medir las prestaciones, los resultados y el impacto. Para las prestaciones, puede tratarse, por ejemplo, de la cantidad de tierra que se reacondiciona a un cierto nivel.
Por lo que respecta al impacto, colaboramos con socios, incluida la AEMA, para desarrollar indicadores más armonizados sobre contaminación, biodiversidad y otros ámbitos medioambientales, de manera que podamos utilizar las mismas definiciones y datos. Esta consolidación urge bastante, puesto que el sector privado y el sector financiero se están volviendo mucho más proactivos con nuevas iniciativas.
Obviamente, podemos asegurarnos el mayor impacto garantizando la sostenibilidad de la financiación que prestamos. Sin embargo, el Banco también está certificado con arreglo al EMAS (sistema de gestión y auditoría medioambientales de la UE) y disponemos de una estrategia para mejorar la sostenibilidad de nuestra forma de trabajar.
Dentro del Banco se ha producido un gran impulso para reducir nuestra huella de carbono, cuyo componente principal son los viajes. Como en muchos otros lugares, nuestra huella de carbono disminuyó durante la pandemia de COVID-19, y ahora tratamos de mantener algunas de las buenas prácticas que aprendimos durante ese periodo, por ejemplo, las reuniones en línea.
Sin embargo, en muchos casos es necesario visitar, por ejemplo, las sedes de los proyectos, especialmente fuera de la UE, para llevar a cabo nuestra supervisión adecuadamente e interactuar con las comunidades afectadas. Hemos experimentado con el uso de imágenes satelitales y visitas virtuales, pero sigue siendo difícil acometer la supervisión completamente a distancia.
En nuestra oficina hemos abordado, por ejemplo, el consumo de energía, papel y agua. Creo que es fundamental concienciar al personal. Cada vez más compañeros van en bicicleta al trabajo o utilizan el transporte público, que es gratuito en Luxemburgo.
Los ciudadanos siempre deben responsabilizarnos de nuestros objetivos, políticas y labor, por ejemplo, a través del Parlamento Europeo o de las organizaciones de la sociedad civil, con las que el banco mantiene un diálogo constructivo sobre muchos temas.
Lo que tal vez sea aún más importante es la participación de los ciudadanos a nivel local y nacional, puesto que la financiación del Banco responde a la demanda de nuevos proyectos e iniciativas. Aumentar esa demanda exige que los gobiernos nacionales se comprometan a garantizar la creación de un entorno propicio que permita al BEI apoyar a los sectores público y privado en la aplicación del Pacto Verde Europeo.
En general, creo que los ciudadanos deberían expresarse y comprometerse más. Estamos depositando nuestras esperanzas en las generaciones más jóvenes, por lo que es importante que estén activas y comprometidas y también que voten.
Eva Mayerhofer
Especialista jefe en biodiversidad y medioambiente del Banco Europeo de Inversiones
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