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Ine Vandecasteele
Experta en adaptación urbana
Las ciudades tienen un papel fundamental que desempeñar no solo en la protección de su propia población, sino también en la garantía de la resiliencia climática y la sostenibilidad medioambiental generales y a largo plazo. Las tres crisis que suponen el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación están interrelacionadas y se refuerzan mutuamente, y los efectos se agravan aún más en las zonas urbanas densamente construidas y densamente pobladas.
Con un número cada vez mayor de personas que viven en zonas urbanas, las ciudades tienen la responsabilidad y la urgencia de actuar, pero también tienen el potencial de ser verdaderos motores del cambio. Las ciudades pueden marcarse objetivos climáticos más ambiciosos que los fijados a escala nacional y el 51 % de las ciudades más grandes de Europa ya cuenta con planes locales de acción por el clima específicos, también con objetivos claros en materia de adaptación.
Las ciudades pueden amoldar los proyectos de adaptación a los impactos climáticos locales específicos y tener en cuenta las necesidades locales, la sensibilidad y la cultura. La participación del entorno próximo también se reconoce como uno de los principales impulsores de una adaptación satisfactoria, y este es el nivel de gobernanza en el que se hace mejor. Las ciudades de toda Europa tienen contextos, capacidades y experiencias muy diversos, y se encuentran en fases muy diferentes de preparación para la adaptación, pero la mayoría ya están tomando algún tipo de medida.
Las políticas y medidas de adaptación tienen por objeto aumentar la resiliencia frente al cambio climático. En las zonas urbanas, las medidas pueden incluir intervenciones para aumentar la infiltración del exceso de agua de lluvia, para proporcionar refrigeración, para evitar la construcción en zonas de alto riesgo, o para informar a la población y proporcionar medidas en materia de seguros y redes de apoyo social. Los buenos ejemplos de proyectos de adaptación suelen proceder de ciudades con apoyo político sostenido y financiación para la adaptación y una fuerte participación del entorno próximo.
En Poznan (Polonia), un proyecto de patio de recreo natural transforma los parques infantiles en espacios verdes multifuncionales abiertos al público y se centra en la educación ecológica y la sensibilización sobre la importancia de la naturaleza. Al igual que el proyecto OASIS en París, esto permite abrir al público otros espacios verdes en los que poder refugiarse durante las olas de calor. Otro ejemplo que puedo mencionar es el de la ciudad de Gante, en Bélgica, que ya está limitando la construcción de nuevos edificios introduciendo un requisito de «cero neto», de modo que si se aprueba una nueva construcción, una superficie igual de la ciudad tiene que quedar sin pavimentar, o convertirse de nuevo en espacio verde.
Por desgracia, no. Aunque son muy importantes a nivel local, solo tendrán un impacto limitado a menos que se amplíen masivamente y se conviertan en algo estándar. En primer lugar, hay que hacer todo lo posible para cumplir los objetivos de mitigación del cambio climático, unidos a una revisión de nuestros actuales modelos insostenibles de consumo y producción. Si esto no se hace, los efectos sobre el clima en el futuro superarán con creces cualquier fenómeno manejable con medidas de adaptación.
Por ejemplo, el 91 % de las ciudades tienen alguna forma de solución basada en la naturaleza en sus planes de adaptación, reconociendo los numerosos beneficios colaterales que tienen los espacios verdes y azules urbanos. Sin embargo, debido a la magnitud de los impactos climáticos actuales y previstos en el futuro, es probable que estas actuaciones no sean por sí solas suficientes para reducir significativamente los efectos negativos, ni siquiera a nivel local. Todavía tendrán que combinarse con infraestructuras físicas, así como con sistemas eficaces de alerta temprana y medidas económicas y de gobernanza.
La adaptación puede ayudar a reducir las vulnerabilidades locales, pero la velocidad actual de adopción de las medidas no será suficiente. Aunque Europa es cada vez más consciente de la importancia que tiene la adaptación, esta dimensión aún debe adoptarse en todos los sectores y niveles de gobernanza para preparar a nuestras sociedades a hacer frente a los efectos actuales y futuros relacionados con el clima. La participación de plataformas ciudadanas y del sector privado para permitir una inversión más amplia en la adaptación y el mantenimiento de los proyectos de adaptación podría resultar fundamental. La integración de las necesidades de adaptación, especialmente en los sectores más afectados, como el agua y la salud, también constituiría un importante paso al frente.
Puede obtener más información en nuestro reciente informe tituladoUrban adaptation in Europe (Adaptación urbana en Europa), en el que destacamos la urgente necesidad de adaptar las ciudades europeas al cambio climático y se ofrece una visión general de las medidas que se están adoptando.
Aleksandra Kazmierczak
Aleksandra:
Nuestra sociedad está muy expuesta a riesgos climáticos como las inundaciones, la escasez y la mala calidad del agua. Uno de cada ocho europeos vive actualmente en zonas potencialmente propensas a las inundaciones fluviales. Aunque muchas de esas zonas cuentan con defensas contra inundaciones, el nivel de seguridad que ofrecen varía. Las inundaciones no solo causan muertes (casi 5 600 personas han perdido la vida directamente como consecuencia de las inundaciones en las últimas cuatro décadas) y lesiones, sino que también causan estrés, lo que a menudo da lugar a un trastorno por estrés postraumático y a consecuencias más prolongadas para la salud mental, como la depresión, para las personas afectadas.
Las inundaciones también pueden provocar contaminación: cerca del 15 % de las instalaciones industriales de Europa están situadas en zonas potencialmente inundables. Se calcula que 650 000 desbordamientos de desagües colectivos en toda Europa empeoran la calidad del agua tras las lluvias torrenciales.
Al mismo tiempo, el estrés hídrico permanente ya afecta al 30 % de la población del sur de Europa. Las restricciones y el racionamiento de agua —ya existentes en algunas regiones— y los inevitables aumentos de precios a medida que las fuentes de las que se obtiene el agua se secan pueden afectar a la capacidad de los hogares más pobres o de mayor tamaño para satisfacer sus necesidades de higiene. Los episodios prolongados de tiempo seco y caluroso facilitan la propagación de los incendios forestales, principalmente en el sur de Europa, pero cada vez más en otras regiones. Los incendios forestales no solo plantean el riesgo directo de las llamas para la salud; la exposición a las sustancias químicas nocivas presentes en el humo de los incendios forestales tiene consecuencias tanto agudas como crónicas para la salud.
La calidad del agua que bebemos o en la que nadamos, aunque en general es muy buena, también está en peligro. El aumento de las temperaturas del aire y del agua facilita el crecimiento de patógenos, lo que aumenta el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua. La reducción de los cursos de agua durante los períodos secos dará lugar a concentraciones más elevadas de contaminantes, lo que requiere un costoso tratamiento de las aguas residuales. Además, durante los períodos secos y calurosos, las floraciones de cianobacterias en aguas ricas en nutrientes pueden poner en peligro la calidad del agua.
Sí. El cambio climático se está produciendo aquí y ahora. Los patrones de las precipitaciones están cambiando y se prevé que lo hagan aún más, con episodios de precipitaciones muy intensas —el principal motivo de las inundaciones— cada vez más probables en toda Europa. El nivel del mar está aumentando en casi todas las costas europeas, lo que incrementa las magnitudes de las inundaciones costeras y el riesgo de intrusiones salinas en los acuíferos subterráneos. Las sequías y el riesgo de incendios forestales aumentarán en el futuro en la mayor parte de Europa, siendo el sur de Europa un punto particularmente crítico.
Al mismo tiempo, los patrones actuales de desarrollo ponen a cada vez más personas en peligro — ¡más de 900 000 personas se trasladaron a zonas potencialmente inundables entre 2011 y 2021! Es probable que las sequías aumenten la competencia entre la agricultura, la industria y los servicios públicos de suministro de agua por los escasos recursos hídricos.
Están surgiendo diversos riesgos en distintas regiones europeas. El sur y el este de Europa se enfrentan a un riesgo cada vez mayor de brotes del virus del Nilo Occidental, debido al cambio en los patrones de precipitaciones, que crean un caldo de cultivo para los mosquitos portadores del virus y hacen más probable su transmisión entre animales y humanos. El aumento de las enfermedades infecciosas provocadas por las altas temperaturas del agua incluye la vibriosis, contraída a través del contacto con bacterias Vibrio en aguas cálidas y de baja salinidad, en particular a lo largo de las costas del Mar Báltico y del Mar del Norte.
Otros riesgos emergentes para la salud humana son la movilización de sustancias químicas y potenciales patógenos debido al deshielo del permafrost en el norte de Europa y la intoxicación por ciguatera en torno a las Islas Canarias, Madeira y el Mediterráneo occidental.
La prevención eficaz de los riesgos para la salud derivados de las inundaciones, la escasez de agua y el empeoramiento de la calidad del agua en el contexto del cambio climático requiere la actuación de múltiples agentes. Para poner un par de ejemplos, el sector sanitario debe estar mejor preparado para hacer frente a los problemas relacionados con el clima en el futuro, a través de una mayor resiliencia de las instalaciones sanitarias frente a los fenómenos meteorológicos extremos; una mejor educación y formación del personal sanitario; y la preparación para hacer frente a una mayor demanda de asistencia sanitaria debido a lesiones, una mayor incidencia de enfermedades infecciosas o problemas de salud mental.
Más allá del sector sanitario, la planificación territorial con conciencia climática y los entornos construidos resilientes son fundamentales para reducir la exposición de las personas a los riesgos relacionados con el agua en el contexto del cambio climático. Debemos evitar los nuevos o futuros desarrollos en zonas de riesgo y aplicar soluciones basadas en la naturaleza, como los humedales construidos o los sistemas de drenaje sostenible que apoyan el ciclo natural del agua. También debemos priorizar el diseño de edificios para garantizar su resiliencia frente a las inundaciones, los incendios y las sequías. A largo plazo, se puede incluso considerar el abandono de las llanuras aluviales, las zonas propensas a incendios forestales y los lugares con escasez de agua.
Puede encontrar más información en nuestro reciente informe «Responding to climate change impacts on human health in Europe: focus on floods, droughts and water quality» (Responder a los efectos del cambio climático en la salud humana en Europa: con el foco puesto en las inundaciones, las sequías y la calidad del agua).
Eline Vanuytrecht
Experta - Observatorio Europeo del Clima y la Salud
El Observatorio Europeo del Clima y la Salud mejora nuestros conocimientos sobre las amenazas para la salud inducidas por el cambio climático y la posible intervención para responder a ellas, con el objetivo último de proteger la salud de la población europea y hacer que los sistemas sanitarios de Europa sean más resilientes. La forma de alcanzar este objetivo es hacer que los conocimientos, los datos y las herramientas sobre la interacción entre el clima y la salud sean fácilmente accesibles.
En el portal del Observatorio, nuestras partes interesadas pueden encontrar pruebas de los riesgos para la salud que conllevan, por ejemplo, el calor, las sequías y las inundaciones, así como los peligros menos evidentes provocados por el clima, como los corrimientos de tierras o las enfermedades infecciosas. Los indicadores basados en datos nos permiten seguir la evolución de lo expuesta, vulnerable o afectada que está nuestra salud por el cambio climático.
Además, el portal también proporciona información de gran utilidad, por ejemplo, previsiones de contaminantes atmosféricos o polen, visualizadores de mapas que visualizan riesgos para la salud, como la ubicación de escuelas u hospitales en zonas de riesgo de inundación, y estudios de casos sobre las respuestas aplicadas a los riesgos para la salud. Estos recursos pueden inspirar las actuaciones por el clima y ayudar a prepararse y responder a los riesgos para la salud. Además de facilitar el acceso a todos estos recursos en el portal, el Observatorio también fomenta la colaboración y el intercambio de conocimientos entre los agentes pertinentes que desempeñan un papel en el aumento de la resiliencia de Europa frente a las repercusiones sanitarias relacionadas con el clima.
El Observatorio es una asociación de varias organizaciones internacionales con conocimientos especializados y un interés por el clima o la salud. Todas ellas contribuyen a ampliar y hacer accesibles los conocimientos sobre los riesgos y las respuestas ante los problemas para la salud relacionados con el clima. La AEMA gestiona, junto con la Comisión Europea, las asociaciones del Observatorio. Todos los socios trabajan para lograr los objetivos incluidos en los planes de trabajo bianuales aprobados conjuntamente, que producen resultados que enriquecen constantemente el portal del Observatorio.
Además, la AEMA publica periódicamente informes basados en la información disponible en el portal, como el reciente informe, que reúne ideas sobre cómo responder a los riesgos que conllevan las inundaciones, las sequías y la calidad del agua.
Los recursos del Observatorio permiten a sus usuarios hacer un seguimiento de los principales riesgos e impactos para la salud relacionados con el clima e inspiran su actuación en relación con el clima a través de ejemplos de intervenciones eficaces e inclusivas. El Observatorio también desempeña un papel clave en la concienciación sobre el problema de la salud y el clima y hace que el sector sanitario y otras partes interesadas de Europa estén más informadas sobre el clima y participen mejor en la toma de decisiones en materia de adaptación.
La labor del Observatorio permite a los responsables políticos integrar la adaptación de manera más sistemática y coherente en las políticas y sistemas sanitarios nacionales y subnacionales, y a las autoridades públicas anticiparse mejor a las amenazas a la salud relacionadas con el clima y prevenirlas de manera oportuna.
Un tema que surge con fuerza del trabajo de adaptación centrado en las cuestiones urbanas y en la salud, así como, en términos más generales, de la Evaluación Europea del Riesgo Climático, es la desigualdad de los efectos del clima en diferentes partes de nuestra sociedad, y la necesidad de respuestas equitativas, teniendo en cuenta las desigualdades existentes para garantizar las mismas oportunidades y resultados para todos.
En reconocimiento de la importancia de la «resiliencia justa», la AEMA publicará un informe centrado en este tema en 2025. Desde el punto de vista de la salud, la AEMA, la Comisión Europea y otros socios están perfilando actualmente el plan de trabajo del Observatorio Europeo del Clima y la Salud para 2025-26, en el que se determinarán los temas en los que centrarse.
Las partes interesadas también nos han comentado que la información y los conocimientos recopilados en el portal del Observatorio deberían difundirse mejor entre los responsables de la toma de decisiones a nivel nacional y subnacional y los profesionales sanitarios de los distintos países europeos. Así pues, en el futuro inmediato nos centraremos en asegurarnos de que los conocimientos lleguen a los agentes clave, contribuyendo a la capacitación en relación con el vínculo entre clima y salud.
Seguiremos supervisando, evaluando y destacando importantes esfuerzos a nivel subnacional en materia de adaptación, con actualizaciones continuas sobre la plataforma Climate-ADAPT de la AEMA. También nos centraremos en actuaciones informativas más regulares y breves en el futuro.
Un mensaje coherente que surgió de este informe fue la necesidad de seguir apoyando a los pequeños municipios, que pueden tener menos recursos financieros y técnicos para llevar a cabo medidas de adaptación. En una próxima actuación informativa se examinará cómo se podría apoyar mejor a estos municipios, también a escala de la UE.
For references, please go to https://www.eea.europa.eu/es/articles/entrevista-trabajar-en-soluciones-al or scan the QR code.
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