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La contaminación acústica sigue estando muy extendida en toda Europa, pero hay formas de bajar el volumen

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Article Publicado 02/03/2021 Última modificación 29/08/2023
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Photo: © Máté Ladjánszki, REDISCOVER Nature/EEA
Muchos de nosotros tenemos que hacer frente al ruido en nuestra vida cotidiana cada vez con más frecuencia. Coches ruidosos en la calle, aviones volando bajo o trenes cercanos a menudo traen consigo molestias y frustraciones. Sin embargo, su impacto en nuestra salud y el medio ambiente podría ser mucho peor de lo que pensamos.

Solemos pensar en la contaminación en función de dónde puede detectarse: contaminación del aire, del agua o del suelo. Sin embargo, también existen tipos de contaminación muy específicos que perjudican a las personas y a la vida silvestre.

Al menos uno de cada cinco europeos está actualmente expuesto a niveles de ruido del tráfico rodado que se consideran perjudiciales para la salud. Esta cifra es incluso mayor en las zonas urbanas y el problema está generalizado en la mayoría de las ciudades de Europa. El tráfico por carretera es, con diferencia, la principal fuente de contaminación acústica en Europa, según un reciente informe sobre el ruido de la AEMA, que analizaba el ruido en carreteras, vías ferroviarias, aeropuertos y la industria. Estas fuentes están en consonancia con la Directiva sobre el ruido ambiental, que no cubre el ruido procedente, por ejemplo, de las actividades domésticas o de los vecinos, ni el ruido en el lugar de trabajo.

El ruido puede ser perjudicial para la salud

Se calcula que 113 millones de europeos se ven afectados por una exposición a largo plazo al ruido del tráfico diurno, vespertino y nocturno de al menos 55 decibelios. Además, veintidós millones de europeos están expuestos a elevados niveles de ruido procedente del tráfico ferroviario, cuatro millones a elevados niveles de ruido de los aviones y menos de un millón a elevados niveles de ruido ocasionado por las industrias.

Lo que muchas personas desconocen es que la exposición al ruido a largo plazo, incluso a los niveles a los que estamos acostumbrados en las zonas urbanas, tiene importantes repercusiones para la salud. En la mayor parte de los países europeos, más del 50 % de los habitantes de las zonas urbanas están expuestos a niveles de ruido de tráfico rodado de 55 decibelios o más durante el período diurno, vespertino y nocturno evaluado. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es probable que la exposición a largo plazo a este nivel afecte negativamente a la salud.

La AEMA calcula que la exposición a largo plazo al ruido ambiental provoca 12 000 muertes prematuras y contribuye a 48 000 nuevos casos de cardiopatía isquémica cada año en toda Europa.Tambiénsecalculaque22 millones de personas sufren grandes molestias crónicas y que 6,5 millones de personas sufren alteraciones del sueño graves y crónicas.

Según datos de la OMS, estos efectos sobre la salud empiezan a producirse incluso por debajo de los 55 decibelios de nivel de ruido en el período diurno, vespertino y nocturno y de los 50 decibelios de nivel de ruido durante el período nocturno, que son los umbrales notificados establecidos por la Directiva sobre el ruido ambiental de la UE. Por tanto, es probable que estas cifras sean inferiores a las reales. Además, la información proporcionada por los países que se rigen por la legislación de la UE no cubre todas las zonas urbanas, carreteras, vías ferroviarias y aeropuertos, ni incluye todas las fuentes de ruido.

Medidas de la UE para reducir la contaminación acústica

La exposición de las personas al ruido se supervisa con arreglo a la Directiva sobre el ruido ambiental atendiendo a dos umbrales sometidos a reporte: un indicador para el período día-tarde-noche (Lden), que mide la exposición a niveles de ruido asociados con «molestias», y un indicador en período nocturno (Lnight), que está diseñado para evaluar las alteraciones del sueño. Estos umbrales sometidos a reporte son superiores a los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud y, en la actualidad, no existe ningún mecanismo para hacer un seguimiento de los progresos con respecto a estos últimos valores más bajos.

La fauna también se ve afectada

El ruido también tiene un impacto negativo en la fauna, tanto en la tierra como en el agua. La contaminación acústica puede provocar una serie de efectos físicos y de conducta en animales y aumentar su estrés.

Por ejemplo, el ruido del tráfico rodado puede dificultar la comunicación entre las ranas y entre las aves cantoras, sobre todo durante la época de apareamiento. Esto puede reducir su capacidad para reproducirse o forzarles a huir desushábitats.

Otro motivo de preocupación es el ruido subacuático procedente del transporte marítimo, la producción de energía, la construcción y otras actividades. Por ejemplo, según las investigaciones, se han detectado lesiones auditivas en las ballenas que pueden dañar su capacidad para comunicarse entre sí y encontrar comida.

¡Shh! ¡Silencio, por favor!

Los países europeos han adoptado una serie de medidas para reducir y controlar los niveles de ruido. Sin embargo, según el informe de la AEMA sobre el ruido, ha sido difícil evaluar sus beneficios en términos de resultados positivos para la salud.

Algunas de las medidas más populares para reducir los niveles de ruido en las ciudades incluyen la sustitución de las antiguas calzadas pavimentadas por asfalto más liso, una mejor gestión de los flujos de tráfico y una reducción de los límites de velocidad a 30 kilómetros por hora. Algunas ciudades ya han llevado a cabo proyectos dirigidos a enmascarar el ruido del tráfico generando sonidos más agradables para el oído, como cascadas de agua, en los centros urbanos. También existen medidas encaminadas a concienciar y cambiar el comportamiento de la población a la hora de utilizar medios de transporte menos ruidosos, como la bicicleta, los desplazamientos a pie y los vehículos eléctricos.

Un número importante de ciudades y regiones también han puesto en marcha las denominadas zonas tranquilas, la mayoría parques y otros espacios verdes, que permiten escapar del ruido de la ciudad. Estas zonas, cuya creación, designación y protección han fomentado las normas de la UE, pueden ofrecer importantes beneficios para el medio ambiente y la salud, según un informe de la AEMA de 2016 sobre las zonas tranquilas en Europa. 

Sin embargo, las investigaciones de la AEMA detectaron problemas relacionados con la disponibilidad y el acceso a estos sitios, especialmente en los centros urbanos más ruidosos, donde resulta difícil encontrar espacios verdes tranquilos y no se puede llegar a los mismos en 10 minutos andando desde los hogares de las personas.

COVID-19 y ruido

La contaminación acústica procedente del transporte, como la carretera, las vías ferroviarias o el tráfico aéreo, está vinculada a la actividad económica. Por tanto, cabe esperar una reducción significativa a corto plazo en los niveles de ruido del transporte como consecuencia de los confinamientos relacionados con la COVID-19. Sin embargo, los niveles de ruido ambiental se notifican durante un período de tiempo prolongado, ya que los efectos para la salud aparecen con la exposición a largo plazo. Como tal, la reducción durante un corto plazo de los niveles de ruido no disminuiría de manera significativa el indicador de ruido anual usado para medir los efectos del ruido.

Para más información: https://www.eea.europa.eu/post-corona-planet/explore.

Baje el volumen

Está claro que no podemos vivir sin sonidos y la reducción de la contaminación acústica a «cero» es poco realista. Sin embargo, la UE está trabajando para asegurarse de que los niveles de ruido se reduzcan de manera que sean menos perjudiciales para nuestro medio ambiente y nuestra salud. Se trata de una enorme tarea.

Somos conscientes que no se cumplirá el objetivo de la UE para 2020 de reducir la contaminación acústica, tal como se define en el 7º Programa de Acción de la UE en materia de Medio Ambiente consistente en reducir la contaminación acústica y avanzar hacia los niveles de exposición al ruido recomendados por la OMS. Muchos Estados miembros de la UE tendrán que hacer más para adoptar las medidas necesarias y hacer frente a la contaminación acústica, especialmente en la aplicación de la Directiva de la UE sobre el ruido ambiental.

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