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Local y mundial

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Article Publicado 04/06/2012 Última modificación 17/03/2023
Photo: © Pawel Kazmierczyk
Al enfrentarse a la escasez o a las crecientes presiones sobre los recursos vitales como el agua y la tierra, el «quién decide» puede resultar tan importante como el modo en que se gestionan y se utilizan los recursos naturales. Con frecuencia, la coordinación mundial es esencial, pero sin el respaldo y la participación local, no es posible actuar sobre el terreno.

Probablemente todos conozcamos el cuento de Hans Brinker, el joven neerlandés que pasó la noche tapando con el dedo el agujero del dique para impedir que el agua fluyese e inundase la ciudad de Harlem. Suele sorprender que la historia fuese escrita por una autora americana, Mary Mapes Dodge (1831-1905), que no había estado en los Países Bajos antes de escribir la novela.

Joep Korting no es tan conocido, pero constituye un enlace clave en uno de los sistemas de gestión de agua más sofisticados del planeta, que incluye a las administraciones locales, regionales y nacionales, así como vínculos con autoridades de otros países y sofisticados sistemas de vigilancia por ordenador que utilizan satélites para comprobar las infraestructuras las 24 horas del día.

Joep es también uno de los enlaces sobre el terreno, una pieza esencial para la aplicación de uno de los instrumentos legislativos de la UE más ambiciosos y exhaustivos: la Directiva marco sobre el agua (DMA).

La Directiva marco sobre el agua solicita medidas coordinadas para lograr un «buen estado» de todas las aguas de la UE, incluidas las aguas superficiales y subterráneas, para 2015. También dispone el modo en que debemos gestionar nuestros recursos hídricos basándonos en las demarcaciones naturales de las cuencas hidrográficas. Otros instrumentos legislativos de la UE, entre los que se encuentran la Directiva marco sobre la estrategia marina y la Directiva sobre la gestión de los riesgos de inundación, complementan a la DMA a la hora de mejorar y proteger las masas de agua de Europa y la vida acuática.

Un nuevo planteamiento del modo en que vivimos

No es ningún secreto que el agua es una cuestión importante en los Países Bajos. Alrededor del 25 % de su superficie terrestre —en la que vive el 21 % de la población neerlandesa— se encuentra por debajo del nivel del mar. El 50 % de la superficie terrestre se encuentra tan solo un metro por encima del nivel del mar. Pero los Países Bajos no solo tienen que enfrentarse al mar. El abastecimiento de agua potable a los ciudadanos y las empresas, la gestión de los ríos que fluyen desde otros países y la escasez de agua en períodos calurosos son solo algunas de las tareas que deben abordar.

Pero los neerlandeses no están solos. El agua está convirtiéndose en una cuestión crítica en todo el planeta. Durante el siglo XX, experimentamos un crecimiento sin precedentes de la población, la economía, el consumo y la producción de recursos. Las extracciones de agua se han triplicado durante los últimos 50 años.

El agua es solo uno de los recursos que está sometido a una presión cada vez más intensa. Hay numerosos problemas ambientales, incluida la calidad del aire y la disponibilidad de la tierra, que se han visto gravemente afectados por acontecimientos clave como el crecimiento de la población, de la economía y del consumo.

Aunque no tenemos una imagen completa, lo que sabemos sobre el medio ambiente nos insta a plantearnos de nuevo el modo en que utilizamos y gestionamos nuestros recursos. Este nuevo planteamiento —la economía ecológica— puede conllevar un cambio fundamental de nuestro modo de vida, el modo en que hacemos negocios, consumimos y tratamos nuestros residuos, alterando toda nuestra relación con el planeta. Un elemento clave de la economía ecológica es la gestión eficaz de los recursos hídricos de la Tierra. ¿Pero qué se entiende por gestión eficaz? ¿Qué podría ser en el caso del agua?

Copyright: UN Photo/Logan AbassiEl agua es un recurso vital. Nos sostiene, nos conecta y nos ayuda a prosperar. Nuestras sociedades no podrían sobrevivir sin agua potable. Dependemos de ella, no solo para cultivar nuestros alimentos, sino también para producir casi todos los demás bienes y servicios que consumimos.

La gestión del agua sobre el terreno

Joep empieza su trabajo en la autoridad local del agua en Deurne (Países Bajos) a las 8 de la mañana. Entre sus funciones principales se encuentra la comprobación de un número reducido de los 17 000 kilómetros de diques existentes en este pequeño país, de los que 5 000 kilómetros forman una protección frente al mar y los principales ríos.

Joep también comprueba los canales, las presas y las compuertas: en ocasiones debe retirar residuos o esquejes de la agricultura y otras veces debe reparar equipos averiados. Sea cual sea su tarea, está permanentemente midiendo la altura del agua y observando posibles ajustes para gestionarla.

En la zona donde trabaja Joep hay 500 embalses que se controlan diariamente. Haciendo subir o bajar el embalse, se aumenta o se reduce el nivel del agua para controlar el movimiento de agua en la región. A pesar de todos los sistemas de tecnología avanzada, Joep y siete de sus compañeros trabajan manualmente y comprueban las presas todos los días. Los niveles de agua se comprueban constantemente, y hay un plan de emergencia y líneas telefónicas de emergencias que funcionan las 24 horas.

Copyright: Thinkstock

Democracia de las partes interesadas

Joep y sus compañeros ejecutan las decisiones adoptadas por los Consejos de Agua de los Países Bajos. Actualmente hay 25 de estos Consejos en los Países Bajos, que representan conjuntamente un concepto institucional que data del siglo XIII cuando los agricultores se reunieron y celebraron acuerdos para extraer agua conjuntamente de sus campos. Los Consejos de Agua tienen una característica especial, que es su autonomía total respecto a los gobiernos locales, e incluso tienen sus propios presupuestos y sus propias elecciones, lo que los convierte en las instituciones democráticas más antiguas de los Países Bajos.

«Esto significa que cuando se celebran debates presupuestarios o elecciones locales, no competimos con las inversiones locales en los campos de fútbol, las instalaciones escolares, un club juvenil o una carretera nueva, que pueden resultar opciones más atractivas para el pueblo», afirma Paula Dobbelaar, Jefa de un distrito del Aa en el Consejo de Agua del Mosa y superior de Joep.

«También tenemos actividades diarias, por ejemplo, en relación con la Directiva marco sobre el agua, estamos intentando dotar de mayor libertad a nuestros ríos, permitiéndoles serpentear y encontrar su propio camino en lugar de fluir únicamente en línea recta. Al darles esta libertad y concederles más espacio, adquieren una naturaleza muy distinta: vuelven a formar parte de un ecosistema más natural», afirma Paula.

«El problema de los Países Bajos es que en el pasado nos hemos organizado muy bien y hemos logrado abordar las cuestiones relativas al agua de manera satisfactoria —hemos garantizado la seguridad de todos durante 50 años—, y por eso ahora la gente lo da todo por sentado. Por ejemplo, el año pasado tuvimos lluvias muy fuertes en esta parte de Europa, y mientras a los belgas les preocupó mucho la cuestión, los neerlandeses no lo hicieron: esperaban que alguien se ocuparía de ello», añade Paula.

Como se ha mencionado, los miembros de las autoridades locales en materia de agua son elegidos, pero solo el 15 % de la población vota en estas elecciones. «No es un proceso totalmente representativo, y de nuevo se deriva del hecho de que los neerlandeses se han hecho un poco inmunes a las cuestiones hídricas», afirma.

El amplio espectro entre la esfera local y la global

Las principales opciones políticas para una gestión del agua sostenible que funcione deben incluir la innovación tecnológica, la gobernanza flexible y cooperativa, la participación del público y la concienciación, los instrumentos económicos y las inversiones. La participación de las personas a escala local es esencial.

«Sin duda alguna, el agua nos conecta a escala mundial y local, los problemas y las soluciones», afirma Sonja Timmer, que trabaja en el Departamento Internacional de la Asociación de Gestores de Agua Regionales de los Países Bajos, la organización global para la gestión del agua en los Países Bajos.

«Lo cierto es que, a pesar del elevado grado de normativa de seguridad que tenemos en los Países Bajos, estamos experimentando unos niveles del mar más altos, inviernos muy secos seguidos de un mayor número de episodios de lluvias “intempestivas” en agosto y, en los últimos años, a raíz de las fuertes lluvias de Suiza y Alemania, el nivel del Rin ha sido muy alto. Y esa agua termina aquí.».

Mantener el medio ambiente como cuestión central

Copyright: Gülcin Karadeniz«Gestionar en determinados momentos un mayor nivel de agua que atraviesa fronteras internacionales o mayores niveles del mar obviamente implica medidas internacionales. Formamos parte de una red internacional, y gracias al intercambio de experiencias, vemos que si el agua no aparece en las noticias todos los días, nuestro trabajo se hace más difícil», afirma Sonja.

«Para mí, nuestro trabajo a escala local está vinculado a los ámbitos nacional e internacional», dice Paula. «Por una parte tenemos empleados que van comprobando embalses y cursos de agua… Y asegurándose de que están limpios y de que los niveles de agua se ajustan a las expectativas de nuestros clientes (agricultores, ciudadanos, organizaciones para la conservación de la naturaleza). Por otra parte, tenemos grandes planes para traducir principios relativamente abstractos de la DMA de la UE en protocolos reales que Joep debe utilizar en su trabajo de campo. Ahora me doy cuenta de este aspecto local. Antes trabajaba en todo el mundo a nivel estratégico, a un alto nivel, y no entendía muy bien la necesidad de que las estructuras locales funcionasen.».

«Cuando uno se sienta con Ministros y habla de estrategias de agua internacionales, es muy difícil mantener los pies en la tierra. Esta ha sido una cuestión importante para los países en desarrollo —mucha estrategia a alto nivel—, escaso entendimiento, infraestructura e inversión sobre el terreno.».

«Ahora que las cuestiones sobre el agua se están convirtiendo en una realidad acuciante en Europa, también necesitamos este enfoque local de “pies en la tierra” junto a los planes más grandes», afirma Paula.

«Tengo a ocho personas que comprueban las presas todos los días. Todos ellos viven aquí y entienden a los habitantes locales y conocen las condiciones locales. Sin estos planteamientos, el plan acaba por fracasar y simplemente se sustituye por otro. Todos tenemos que trabajar en esta cuestión —marcar la diferencia a escala local—, habilitando a las personas para que se preocupen de sus propios problemas hídricos», afirma.

«La escala local también es clave», coincide Sonja. «La gobernanza, el planteamiento funcional y la descentralizado puede adoptar muchas formas, y eso es lo que hace que funcione. Simplemente tenemos que lograr de nuevo la participación de las personas y explicarles que hay un peligro y que necesitamos que colaboren», afirma.

Una crisis de gobernanza

Aunque hay partes del mundo que se enfrentan al riesgo de la escasez de agua y otros al riesgo de inundación, no es acertado hablar de una crisis mundial del agua. Más bien nos enfrentamos a una crisis de la gobernanza del agua.

Satisfacer las necesidades de una sociedad baja en carbono y que utiliza sus recursos de forma eficaz, sustentar el desarrollo humano y económico y mantener las funciones esenciales de los ecosistemas hídricos requiere que demos voz y voto a nuestros ecosistemas silenciosos en gran parte. Hablamos de opciones políticas, opciones que deben basarse en el marco institucional y gubernamental adecuado.

Hoy en día, la historia del niño que puso el dedo en la presa se menciona con frecuencia para describir varios planteamientos distintos de la gestión de una situación. Puede hacer referencia a tomar una medida insignificante para evitar una catástrofe. También puede significar intentar curar los síntomas en lugar de abordar las causas.

La realidad es que la gestión eficaz del agua, al igual que la gestión de muchos otros recursos, exige soluciones que reúnan una combinación de acciones y decisiones a distintos niveles. Los objetivos y los compromisos mundiales solo pueden traducirse en logros concretos si personas como Joep y Paula están ahí para ejecutarlos.

La revolución de la información

En ocasiones los satélites pueden realizar más tareas de las que se planificaron al crearlos. Junto con dos colegas creativos, Ramon Hanssen, Profesor de Observación de la Tierra en la Universidad Tecnológica de Delft, desarrolló un sistema para controlar los 17 000 kilómetros de diques existentes en los Países Bajos. De esta cifra, 5 000 kilómetros protegen a los Países Bajos del mar y de los principales ríos.

Sería imposible inspeccionarlos todos frecuentemente desde el suelo. Y hacerlo sería demasiado costoso. Utilizando las imágenes del radar de los satélites europeos de observación de la Tierra, Envisat y ERS-2, la Dirección General de Obras Públicas y Gestión del Agua (Rijkswaterstaat) puede comprobar los diques cada día. Puede comprobarse incluso el movimiento más pequeño, porque las mediciones tienen una precisión milimétrica.

Copyright: Shutterstock

Hanssen acuñó el concepto «Hansje Brinker» del legendario niño que puso el dedo en el dique para proteger a los Países Bajos de las inundaciones. ¿Significa esto que las inspecciones de la Dirección General ya no resultan necesarias? Según el Profesor Hanssen, no es así. El radar indica las zonas que exigen atención debido al movimiento. Un inspector puede introducir las coordenadas en su sistema de navegación, que también es una aplicación tecnológica espacial, y después dedicarse a realizar investigaciones más detalladas sobre el terreno.

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