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En suma, analizamos la calidad del aire exterior, de dónde vienen los contaminantes, a qué niveles estamos expuestos y cómo afectan a las personas y al medio ambiente. Hablando más técnicamente, analizamos los datos sobre los niveles de concentración en el aire ambiente y sobre las emisiones: las cantidades que se liberan a la atmósfera. También calculamos la exposición de la población a distintos contaminantes.
En Europa hay miles de estaciones de control de la calidad del aire que registran los niveles de concentración de diferentes contaminantes. La mayoría de estas estaciones envían datos a AirBase, la base de datos europea de calidad del aire que mantiene la AEMA. AirBase contiene información de los 38 países participantes y de más de 100 contaminantes atmosféricos. Once de ellos están regulados por la legislación de la UE sobre calidad del aire.
Cuando recibimos los datos nacionales, comprobamos si están armonizados y si se ajustan a la normativa europea. También se someten a varios procesos de control y garantía de calidad, que requieren una estrecha colaboración con los países que nos han facilitado dichos datos. Finalmente elaboramos resúmenes y estudios, como el informe de calidad del aire que publicaremos a mediados de octubre.
Hay una conclusión positiva y una negativa. En relación con la exposición a distintos contaminantes, la buena noticia es que la situación ha mejorado mucho en las últimas décadas. Por ejemplo, se ha reducido significativamente el número de personas expuestas al dióxido de azufre, al monóxido de carbono, al plomo y al benceno. A escala de la UE, menos del 2 % de los residentes en zonas urbanas están expuestos a niveles que rebasan los establecidos por la legislación de la UE para estos contaminantes.
El aspecto negativo es que los contaminantes que más se han reducido no son los más perjudiciales para la salud humana y el medio ambiente. En especial, hay que señalar que el aire ambiente sigue registrando altos niveles de partículas y ozono troposférico, que comportan un alto riesgo relativo de causar problemas de salud y muertes prematuras. Hasta un tercio de la población urbana de la UE continúa expuesta a niveles que rebasan los valores límite o valores objetivo marcados por la UE.
En general, se aprecia un lento descenso de las concentraciones de los contaminantes más nocivos, hecho que representa una pequeña mejora de la calidad del aire con respecto a estos contaminantes. Sin embargo, también observamos que las concentraciones de estos contaminantes han aumentado en algunas zonas a lo largo de la última década. Sin duda, se trata de un tema preocupante.
El uso de combustibles es una fuente importante. Se queman combustibles en muchos sectores, por ejemplo, para el transporte, la generación de electricidad, la industria y la calefacción doméstica. Otra fuente importante es la agricultura.
Los contaminantes atmosféricos pueden emitirse directamente a la atmósfera (emisiones primarias) o pueden formarse a raíz de interacciones químicas con sustancias precursoras.
También en este aspecto se observan resultados contradictorios. Por ejemplo, la UE ha disminuido un 14 % sus emisiones de partículas primarias en la última década. Se han reducido notablemente algunos precursores de partículas, como el dióxido de azufre, que se ha reducido a la mitad. Las reducciones de emisiones de otros precursores han sido limitadas. Por ejemplo, las emisiones de amoniaco, que provienen sobre todo de la agricultura, solo se han reducido un 7 %.
También hay que tener en cuenta que las reducciones de las emisiones no se traducen automáticamente en reducciones equivalentes de las concentraciones. La relación entre las emisiones de contaminantes atmosféricos y la calidad del aire depende de factores complejos, como la altura de emisión, las transformaciones químicas, la reacción a la luz solar, las aportaciones naturales y hemisféricas adicionales y los efectos de los fenómenos atmosféricos y la topografía. Para mejorar la calidad del aire es indispensable reducir notablemente las emisiones.
Nosotros transmitimos este conocimiento al público en general y a los responsables políticos europeos y nacionales. Facilitamos información y datos sobre el estado y las tendencias de la calidad del aire ambiente, las emisiones de contaminantes atmosféricos y las tasas de exposición. Este conocimiento se utiliza después para mejorar las políticas relacionadas con el aire, cuyo objetivo último es proteger a la población y el medio ambiente frente a los altos niveles de contaminación atmosférica. Es imposible formular políticas eficaces sin observar y comprender la situación actual y sus causas.
También analizamos cómo se aplica la legislación de calidad del aire en el ámbito local. Acabamos de terminar un proyecto con varias ciudades europeas gracias al cual conocemos medidas que dichas ciudades han considerado útiles, como el cumplimiento de la nueva normativa de combustibles de navegación bajos en azufre en las zonas portuarias; la prohibición de la comercialización, venta y distribución de carbón bituminoso; el cambio de combustible en la calefacción doméstica y la creación de sistemas de calefacción urbana. Este proyecto demuestra bien a las claras que hay muchísimos conocimientos y experiencias que pueden sernos útiles y que podemos difundir.
Valentin Foltescu
Entrevista publicada en el número 2013/1 del Boletín de la AEMA
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