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Las olas de calor, las sequías, los incendios forestales y las inundaciones provocadas por el cambio climático cada vez afectan más a nuestra salud y bienestar. La UE impulsa medidas de mitigación del cambio climático y adaptación a escala nacional, municipal y urbana. ¿Nos ayudarán esas medidas a resistir los fenómenos meteorológicos extremos del futuro?
Lo que hay en juego nunca ha sido tan importante. Nuestro planeta se está calentando y pierde especies a un ritmo alarmante. Dos conferencias mundiales celebradas en los dos últimos meses han llevado a personas de todo el mundo hasta un tema común: el clima y la biodiversidad. Los retos en ambos ámbitos son síntomas del mismo problema: la insostenibilidad de nuestro modo de producción y de consumo. A pesar de la complejidad de las negociaciones, estas son cruciales para la sensibilización, el consenso y la acción urgente a escala mundial.
¿Qué son los «prosumidores» de energía y qué papel pueden desempeñar a la hora de impulsar el uso de energías renovables en toda Europa? Entrevistamos a Javier Esparrago, experto en energía y medio ambiente de la AEMA, para hablar de cómo los ciudadanos, las instituciones y las empresas pueden ayudar a hacer frente a la actual crisis energética convirtiéndose en «prosumidores», que producen y consumen energías renovables. La AEMA publicó a principios de este mes un informe que proporciona una visión general del papel que desempeñan los prosumidores de energías renovables y sus prácticas cada vez más extendidas, gracias a una tecnología mejor y más barata y a las políticas que las promueven.
El año 2021 ha estado marcado por la COVID-19 y las repercusiones del cambio climático. Ante el aumento de los precios de la energía y los problemas sanitarios, para la recuperación europea se requiere una toma de decisiones difíciles en 2022. Es muy probable que un retraso en la actuación o unas medidas poco ambiciosas tengan mayores costes sociales y económicos a largo plazo. Abordar las desigualdades sociales en esta transición hacia la sostenibilidad es la clave para que todos tengamos un futuro mejor.
Además de proporcionar información fiable sobre nuestro medio ambiente y el clima, la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) trabaja también para mejorar su propia actuación medioambiental como organización. Entrevistamos a Melanie Sporer, que coordina estos esfuerzos en la AEMA, utilizando el sistema comunitario de gestión y auditoría medioambientales (EMAS).
Los países europeos están adoptando medidas drásticas para limitar los efectos del Covid-19 en la economía y en la salud de la ciudadanía europea. Crisis como ésta tienden a tener consecuencias inmediatas y graves en poblaciones enteras y en la economía. Dada su capacidad para afectar a sectores económicos clave, se espera que la crisis del coronavirus minimice parte del impacto que las actividades económicas producen en el medio ambiente y el clima. Sin embargo, perturbaciones graves y abruptas con costes elevadísimos para la sociedad no entran, ni muchísimo menos, dentro del compromiso de la Unión Europea de transformar su economía y lograr la neutralidad climática en 2050. Al contrario, el Pacto Verde Europeo y la Ley Europea del Clima propuesta recientemente exigen una reducción gradual e irreversible de las emisiones, garantizando asimismo una transición justa que apoye a todas las partes afectadas.
Ursula von der Leyen, presidenta electa de la Comisión Europea, ha establecido las prioridades políticas de su equipo para los próximos cinco años. Un Pacto Verde Europeo, en el que se esbozan acciones más ambiciosas en relación con la crisis climática y de la biodiversidad, ocupa un lugar central en su agenda. Las políticas europeas han abordado desde hace tiempo la degradación medioambiental y el cambio climático con algunos éxitos y algunos fracasos. Respaldado por los crecientes llamamientos a la acción por parte de la ciudadanía, este nuevo mandato político –con una nueva Comisión Europea y un nuevo Parlamento Europeo– brinda una oportunidad única para ampliar y acelerar una transición ecológica y justa para Europa.
¿Son los vehículos eléctricos mejores para el clima y la calidad del aire que los vehículos diésel o de gasolina? Charlamos con Andreas Unterstaller, el experto en transporte y medio ambiente de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), sobre las ventajas e inconvenientes de los vehículos eléctricos, tema de un nuevo informe de la AEMA.
La Unión Europea (UE) tiene uno de los conjuntos de objetivos más ambiciosos del mundo en materia de medio ambiente y clima, que abarca una amplia gama de políticas, desde la calidad del aire, los residuos y la calidad del agua, a la energía y el transporte. En base a datos comunicados por los Estados miembros, la Agencia Europea de Medio Ambiente ayuda a supervisar los avances y a identificar los ámbitos en los que se necesitan esfuerzos adicionales. Desde su creación hace 25 años, la AEMA ha estado desarrollando su trabajo en materia de datos y conocimiento para apoyar la formulación de políticas en Europa.
El cambio climático es uno de los mayores retos de nuestro tiempo. Su impacto se acusa en todo el planeta, pues afecta a las personas, a la naturaleza y a la economía. La mitigación del cambio climático exige una reducción considerable de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Para plasmar este objetivo general en medidas concretas es necesario entender el complejo sistema que conecta las diferentes fuentes de emisiones con sus impactos nacionales y regionales, la gobernanza global y los posibles beneficios. La Agencia Europea de Medio Ambiente se esfuerza constantemente por mejorar los conocimientos necesarios para diseñar medidas eficaces sobre el terreno.
La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) publicó recientemente su informe anual relativo al Mecanismo de Presentación de Informes sobre Transporte y Medio Ambiente (TERM), que este año se ha centrado en la aviación y el transporte marítimo. Los dos sectores están creciendo rápidamente, lo que también repercute en el medio ambiente, concretamente en las emisiones. Hemos pedido a Anke Lükewille, experta de la AEMA en materia de contaminación atmosférica, que explique los puntos clave del informe TERM de este año.
Gracias a la legislación, a la tecnología y al abandono de los combustibles fósiles altamente contaminantes en muchos países, la calidad del aire en Europa ha venido mejorando durante las últimas décadas. Sin embargo, la contaminación atmosférica sigue afectando negativamente a una amplia franja de la población, sobre todo en las ciudades. Dada su complejidad, abordar la contaminación atmosférica requiere de una acción coordinada a múltiples niveles. Para implicar a los ciudadanos, es esencial ofrecerles información actualizada de manera accesible. Es lo que pretende el Índice Europeo de Calidad del Aire que acabamos de poner en marcha recientemente. Mejorar la calidad del aire no solo beneficiarían a nuestra salud, sino que también contribuiría a combatir el cambio climático.
La Unión Europea (UE) se ha comprometido a alcanzar diversos objetivos climáticos y energéticos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mejorar la eficiencia energética e impulsar el uso de fuentes de energía renovables. ¿Cómo supervisa la AEMA el progreso de los Estamos miembros de la UE a la hora de alcanzar estos objetivos? Le hemos pedido a Melanie Sporer, experta de la AEMA en mitigación del cambio climático y energía, que explique el papel de la Agencia en esta tarea. También ha explicado el progreso anual en el último informe “Tendencias y proyecciones”.
Nuestro clima está cambiando. Debemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar la velocidad del cambio climático y, al mismo tiempo, tomar medidas que nos ayuden a prepararnos a afrontar sus efectos actuales y futuros. Estas dos líneas de actuación requieren una reorientación sin precedentes de las inversiones. Así se reconoció en las conferencias sobre cambio climático celebradas en París y, recientemente, en Marrakech. El sector financiero puede y debe desempeñar un papel fundamental en el apoyo a la transición de Europa hacia una sociedad con bajas emisiones de carbono y resiliente al cambio climático.
La sociedad moderna depende del movimiento de personas y mercancías, pero nuestros sistemas de transporte actuales afectan negativamente a la salud humana y al medio ambiente. Hemos hablado con Magdalena Jóźwicka, directora de proyecto de un estudio de reciente publicación sobre vehículos eléctricos, que aborda las ventajas y los desafíos medioambientales del uso de la electricidad como alternativa a los combustibles convencionales.
El pasado diciembre, en París, el mundo se fijó un objetivo ambicioso: limitar el aumento de la temperatura media global claramente por debajo de los 2 grados, con el propósito de limitar en lo posible el aumento a 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales. En la cumbre del G20 celebrada este mes, China y los Estados Unidos anunciaron su compromiso formal a su adhesión al acuerdo de París. Esto supone un paso significativo en el esfuerzo internacional para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar el calentamiento global. No obstante, los compromisos actuales de reducción suscritos hasta ahora por los países signatarios no son suficientes para alcanzar este ambicioso objetivo.
Los bosques europeos nos proporcionan servicios esenciales: aire y agua limpias, almacenamiento natural de carbono, madera, alimentos y otros productos. Son el hogar de numerosas especies y hábitats. Hablamos sobre los retos a los que se enfrentan los bosques europeos con Annemarie Bastrup-Birk, experta en bosques y medio ambiente de la Agencia Europea del Medio Ambiente.
El acuerdo sobre el clima al que han llegado en París 195 países es el primer acuerdo universal y jurídicamente vinculante de este tipo. El acuerdo de París es el resultado de muchos años de preparación, diálogo y toma de conciencia sobre la necesidad de hacer frente a los efectos actuales y potenciales del cambio climático. Representa un paso importante y prometedor hacia un mundo con bajas emisiones de carbono y resistente al cambio climático. También envía una señal clara a responsables políticos y empresarios para que abandonen los combustibles fósiles e inviertan en energías limpias y procesos de adaptación.
Cada invierno, los famosos Jardines de Tivoli de Copenhague, un antiguo parque de atracciones en el centro de la ciudad, abren sus puertas para marcar oficialmente el inicio del largo periodo navideño. Este diciembre, las brillantes luces de Tivoli probablemente se verán eclipsadas por la COP 15, la reunión más importante sobre el cambio climático global que jamás se ha celebrado, en la que miles de diplomáticos, políticos, empresarios, ecologistas y expertos en climatología de todo el mundo invadirán la capital danesa.
La bioenergía no es nueva. Los humanos han quemado madera durante milenios. A mediados del siglo XIX, la revolución industrial situó en primer plano los «combustibles fósiles», principalmente carbón y petróleo. Sin embargo, los combustibles fósiles son cada vez más difíciles de extraer, más caros y objeto de un intenso debate político.
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