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El Medio Ambiente en Europa: Segunda evaluación

4. Acidificación

Página Última modificación 19/04/2016
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4. Acidificación

Resultados principales

Desde la evaluación Dobris, en muchas zonas se ha registrado una ligera reducción de los efectos de los depósitos ácidos provocados por las emisiones de dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno y amoníaco en agua dulce, así como cierta recuperación de la fauna de invertebrados. Gran parte de los bosques siguen perdiendo vitalidad y, aunque este deterioro no está necesariamente ligado a la acidificación, los efectos de los depósitos ácidos en los suelos pueden incidir a largo plazo. En las zonas más vulnerables, la acidificación provoca una creciente movilidad del aluminio y los metales pesados y, como consecuencia, aumenta la contaminación de las aguas subterráneas.

Desde aproximadamente 1985 se ha detectado una disminución de los depósitos de sustancias acidificantes. Sin embargo, las cargas críticas (niveles de depósito por encima de los cuales pueden producirse efectos nocivos a largo plazo) se sobrepasan todavía en un 10 por ciento del territorio europeo, principalmente en Europa septentrional y central.

Entre 1980 y 1995, las emisiones de dióxido de azufre se redujeron en Europa en un 50 por ciento. Las emisiones totales de nitrógeno (óxidos de nitrógeno y amoníaco), que se mantuvieron constantes durante el período 1980-1990, bajaron aproximadamente un 15 por ciento entre 1990 y 1995, la mayor disminución que han conocido los PECO y los NEI.

La principal fuente de emisiones de óxidos de nitrógeno es el sector del transporte, que en 1995 aportó un 60 por ciento del total de las emisiones. Entre 1980 y 1994, el transporte de mercancías por carretera aumentó en un 54 por ciento; entre 1985 y 1995, el transporte de pasajeros por carretera aumentó en un 46 por ciento y el transporte aéreo de pasajeros en un 67 por ciento.

En Europa occidental, las emisiones procedentes de este sector se han visto reducidas gracias a la introducción de catalizadores, si bien la incidencia de estas mejoras tarda en apreciarse dada la lentitud con que se renueva el parque de automóviles. Para que las reducciones fueran más acusadas sería conveniente aplicar medidas fiscales.

Es muy probable que en los países de Europa central y oriental y en los NEI se produzca un significativo aumento del transporte privado, aunque también hay más posibilidades en estas regiones de que se mejore la eficiencia energética en todo el sector del transporte.

Las medidas políticas para combatir la acidificación no han alcanzado todos los objetivos previstos:

• Respecto a los óxidos de nitrógeno, el objetivo del protocolo del Convenio sobre contaminación fronteriza a larga distancia (LRTAP) de restablecer las emisiones para 1994 en los niveles de 1987 se ha alcanzado en el conjunto de Europa, pero no en los 21 países que ratificaron el protocolo. No obstante, en todos ellos se lograron considerables reducciones.

• El objetivo del Quinto Programa de Acción Medioambiental de la Comisión Europea (5PAM) para el período 1990-2000 era reducir las emisiones de óxido de nitrógeno en un 30 por ciento. En 1995 sólo se había conseguido un 8 por ciento de esta reducción, y no parece probable que el objetivo final vaya a alcanzarse en el año 2000.

Para 1999, está previsto un protocolo sobre múltiples contaminantes multiefecto, en el que se pretende establecer nuevos umbrales de emisión que sean eficaces en relación con el coste, para los óxidos de nitrógeno, el amoníaco y los compuestos orgánicos volátiles no metano (COVNM).

• El primer protocolo del CLRTAP sobre el azufre tenía como objetivo reducir las emisiones, en 1993, en un 30 por ciento en relación con los niveles de 1980, y lo cumplieron los 21 países que ratificaron el protocolo, así como 5 de los que no lo firmaron. Algunos países europeos, como Grecia y Portugal, no lograron, durante ese período, reducir en la misma proporción sus emisiones de azufre. Es aún menos probable que para el año 2000 se alcance el objetivo provisional del segundo protocolo para el azufre, por lo que serán necesarias nuevas medidas para conseguir su objetivo a largo plazo de no sobrepasar las cargas críticas.

• El objetivo del 5PAM de reducir para el año 2000 las emisiones de dióxido de azufre en un 35 por ciento en relación con los niveles de 1985 se cumplió, en 1995, en el conjunto de la Unión Europea (donde se consiguió una reducción global del 40 por ciento) y en casi todos los Estados miembros.

De acuerdo con los criterios del 5PAM, se están elaborando en la UE nuevas medidas orientadas a alcanzar el objetivo a largo plazo del segundo protocolo sobre el azufre del Convenio LRTAP, entre las que se prevé reducir el contenido de azufre de los productos derivados del petróleo, así como las emisiones provocadas por las grandes plantas de combustión, y establecer límites para las emisiones de vehículos de transporte por carretera. Se encuentra actualmente sometido a debate uno de los objetivos provisionales de la estrategia sobre acidificación de la UE, que consiste en reducir en un 55 por ciento las emisiones de óxidos de nitrógeno entre 1990 y el año 2010. Para conseguirlo, deberá prestarse especial atención a las emisiones procedentes del sector del transporte.

4.1. Introducción

El depósito de los tres contaminantes ácidos más importantes, el dióxido de azufre (SO2), los óxidos de nitrógeno (NOx) y el amoníaco (NH3) que generalmente procede de emisiones debidas a la intervención del hombre, está causando, en amplias zonas de toda Europa, grandes daños a las aguas dulces, los bosques, los suelos y los ecosistemas naturales sensibles a la acidificación. Sus efectos se manifiestan de formas muy variadas: provoca la defoliación de los árboles y merma de su vitalidad; y reduce las poblaciones de peces y la diversidad de otros animales acuáticos que habitan en lagos, ríos y cursos de agua vulnerables a la acidificación, además de alterar la química del suelo. Gran parte del patrimonio histórico de Europa también sucumbe a este deterioro, que afecta a los edificios de piedra caliza y mármol, y a las vidrieras. El depósito de compuestos del nitrógeno también tiene efectos eutrofizantes en los ecosistemas terrestres y marinos. El impacto de la acidificación lacustre ha disminuido desde la evaluación Dobris, en particular a consecuencia de la reducción de la emisiones de azufre, pero la acidificación del suelo continuará mientras se sigan sobrepasando las cargas críticas, como sucede en grandes zonas de Europa.

La mayor parte de las emisiones de SO2 y de NOx proceden de la quema de carbón y combustibles, que se produce principalmente en las centrales eléctricas, en la calefacción de las viviendas, en el comercio y los servicios, en la industria y en los vehículos de gasoil o de gasolina, incluidos los barcos y aviones.

Recuadro 4.1: Transporte y depósito de compuestos acidificantes

Las emisiones de SO2, NOx y NH3 a la atmósfera regresan a la superficie y caen directamente sobre la vegetación u otros componentes, en forma de depósito seco o de depósito húmedo si viene arrastrado por lluvias, nieve, granizo, niebla y rocío; o indirectamente, en forma seca o húmeda, después de haber sufrido una transformación química. La oxidación del SO2 y el NOx en los ácidos sulfúrico o nítrico puede producirse tanto en la atmósfera como después de haberse depositado. El NH3 puede reaccionar con estos ácidos para formar partículas de sulfato amónico y de nitrato amónico.

La permanencia en la atmósfera de los gases y partículas acidificantes depende de las condiciones químicas y meteorológicas. El tiempo medio que tardan los compuestos de azufre en depositarse es de dos a cuatro días después de la emisión. Los óxidos de nitrógeno permanecen en la atmósfera durante más tiempo, pero su transformación en ácido nítrico es relativamente rápida y este ácido se elimina con celeridad. El amoníaco se deposita con bastante rapidez siempre y cuando no se combine con ácido sulfúrico o ácido nítrico y pase a convertirse en sulfato de amonio o nitrato de amonio, respectivamente. Estas interacciones son especialmente importantes cuando los compuestos de azufre y nitrógeno se transportan a larga distancia, pues pueden llegar a producirse a miles de kilómetros.

Los mayores depósitos de azufre se registran en las regiones donde el índice de emisiones es más alto y se deben, principalmente, al depósito seco del dióxido de azufre. También se registran niveles elevados en regiones de altas precipitaciones, como las zonas costeras y las montañosas. Estas mismas pautas rigen en el depósito de nitrógeno oxidado (provocado por las emisiones de NOx), si bien en comparación con el azufre, sólo una cantidad relativamente pequeña se deposita cerca de la fuente de emisión. El nitrógeno oxidado se transporta a gran distancia y contribuye al problema del ozono troposférico (véase el capítulo 5), debido a que el NOx es uno de los principales precursores de la formación de ozono.

La pauta que rige el depósito de los compuestos reducidos del nitrógeno (originados a partir de las emisiones de amoníaco) es su elevada tasa de depósito cerca de las fuentes de emisión, que es incluso superior a la del azufre. Por tanto, el transporte de amonio a gran distancia es menor que el del azufre y el de los óxidos de nitrógeno. En Francia, por ejemplo, el 33 por ciento del depósito de azufre y el 62 por ciento del total de depósito de nitrógeno proceden de fuentes internas del país; el 30 por ciento del azufre y el 15 por ciento del total de nitrógeno proceden de países vecinos, como Alemania, España y Reino Unido; y los restantes 37 por ciento y 23 por ciento, respectivamente, de zonas más alejadas.

La principal fuente de información sobre depósitos, concentraciones, transporte a gran distancia y flujos transfronterizos de contaminantes atmosféricos acidificantes es el Programa de cooperación para la vigilancia continua y la evaluación del transporte a gran distancia de contaminantes atmosféricos en Europa (EMEP), establecido a tenor del Convenio de la CEPE celebrado en Ginebra en 1979 sobre contaminación fronteriza a larga distancia (LRTAP). El Mapa 4.1 refleja la zona de cobertura del EMEP.

 

Las emisiones de amoníaco proceden fundamentalmente de la producción y diseminación de abonos animales.

Una vez expulsados hacia la atmósfera, los gases acidificantes se dispersan y pueden permanecer en el aire durante varios días y ser transportados a largas distancias por los vientos, provocando efectos en puntos muy alejados de su fuente de emisión. En el recuadro 4.1 se resumen los procesos mediante los cuales las emisiones ácidas se depositan en la superficie y provocan la acidificación del suelo y el agua. En el recuadro 4.2 se explica el concepto de cargas críticas. 

El problema de la acidificación trasciende las fronteras, por lo que es preciso combinar las iniciativas nacionales e internacionales, como las medidas para utilizar combustibles más limpios, y reducir las emisiones procedentes, en particular, de los vehículos y de las centrales de energía en las que se produzca quema de carbón o de combustibles derivados del petróleo.

4. Acidificación (.pdf)

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